6.2.12

El fantasma de Canterville.

-Virginia, una mujer no debe tener secretos con su marido.

-Y no los tengo, querido Cecil.

-Sí los tienes -respondió sonriendo-. No me has dicho nunca lo que sucedió mientras estuviste encerrada con el fantasma.

-Ni se lo he dicho a nadie -replicó gravemente Virginia.

-Ya lo sé; pero bien me lo podrías decir a mí.

-Cecil, te ruego que no me lo preguntes. No puedo realmente decírtelo. ¡Pobre Simón! Le debo mucho. Sí; no te rías, Cecil; le debo mucho realmente. Me hizo ver lo que es la vida, lo que significa la muerte y por qué el amor es más fuerte que la muerte.

El duque se levantó para besar amorosamente a su mujer.

-Puedes guardar tu secreto mientras yo posea tu corazón -dijo a media voz.

-Siempre fue tuyo.

-Y se lo dirás algún día a nuestros hijos, ¿verdad?

Virginia se ruborizó.

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